La entrega es un regalo, el compromiso una obligación

Enviado por ENAE, el 20/01/2011 - 01:00


Antonio Ángel Pérez Ballester es profesor del Máster en Dirección de Personal y Recursos Humanos de ENAE Business School y socio-director de INFLUYE, Desarrollo-Coaching.
Las palabras las empleamos sin detenemos demasiado en su significado. Si además solemos vivir en la burbuja de nuestra organización, y mezclamos las emociones, la confusión puede ser importante.

Las organizaciones demandan y exigen compromiso y entrega. Pero si profundizamos en las palabras, no son lo que parecen.

Compromiso. Obligación contraída, palabra dada. Se fija mi contribución, y tengo que cumplirla. Do ut des; Me pagas y te doy.

Contribución. Cuota o cantidad que se paga para algún fin y principalmente la que se impone para las cargas del Estado.

Vinculación  (vínculo). Unión o atadura de una persona con otra.

Sin embargo, utilizamos habitualmente estos términos para enfatizar el tipo de relación que nos gustaría tuvieran con nuestra empresa sus miembros, como si el empleo de estas palabras hiciera referencia a algo más trascendente, por encima del contrato jurídico.

Pensemos también en nosotros, cuando iniciamos la actual relación con nuestra organización, queriendo sorprender a nuestros jefes y colegas. Llegamos con fuerza e ilusión, entregando mucho más de lo que se esperaba de nosotros. Y el grupo, lo reconocía, e incluso te lo decía personalmente.

Porque habitualmente superamos el marco del contrato, que para nosotros no supone nada. Ni horario, ni sindicación, ni derechos laborales, porque nosotros somos empresa.

Entrega. Atención, interés, esfuerzo, en apoyo de una o varias personas; de una acción o de un ideal. Ir más allá, sacar lo mejor de nosotros, poner nuestro SER, sobrepasar lo demandado.

Aquí está la diferencia. La entrega. Como generosidad, como la reacción natural del ser humano puro y no contaminado, que no pregunta ni mide, solo da.

Pero llega un momento en el que no sientes que te reconozcan; en el que las promesas no se cumplen, la retribución  es una piedra de granito, y el trato ya no es cercano. Tú te alejas, te vas despidiendo interiormente, y comienzas a ceñirte al compromiso, a tu vínculo legal y a medir tu contribución. Es lo que Lotfi EL-Ghandouri, aborda en su libro El despido interior.

Pero Ellos no lo aceptan. Lo que antes consideraban un Plus, ahora es norma; la superación es un deber. La entrega no es un regalo, se exige.

vuelves al nivel del contrato (¿alguna vez estuviste allí?), pero no se consiente, y se te reprocha. Cuando te defiendes argumentando que eso, lo hacías porque tú querías, se te responde que era tu obligación, y que te pagamos por eso.

Pero, además, tú no percibes que Ellos, vayan a practicar esa entrega que a ti te demandan. Al contrario, pueden prescindir de ti en cualquier momento

Y aquí toca pararse. Si llegamos a este punto y lo percibimos claro, trae cuenta tomar decisiones, pues merece la pena cambiar libertad con incertidumbre, por seguridad sin disfrute.

Disfruta hoy. Es más tarde de lo que crees (proverbio chino)