Creatividad: divino tesoro

Creatividad: divino tesoro
Las empresas necesitan personas creativas e ilusionadas para superar rutinas y prejuicios. Las ataduras del pasado son lastres que impiden ajustarse al veloz ritmo de la nueva era digital. Sin embargo, por miedo al cambio, o por insensibilidad ante la necesidad de innovar, más del 80% de las empresas españolas desperdician el posible talento creativo de sus trabajadores por falta del clima motivador adecuado.
Cuando se penaliza el error, o cuando se cree que sólo en la cumbre está la inteligencia y el conocimiento, se está apostando por el pasotismo de los empleados más imaginativos, que, al no sentirse escuchados, pueden llegar a “pasar” de la empresa y de su sentido de pertenencia a la misma.
¿Como puede la empresa fomentar la participación del talento interno?
Por el contrario, las empresas conscientes de que el talento no entiende de galones, sino de mentes activas, inquietas y observadoras, tienden a desarrollar culturas permeables a las sugerencias de mejora en todos los ámbitos sin prejuicios ni estereotipos que lo impidan. Para lo cual, ponen en juego actuaciones varias, entre las que destacamos las siguientes, sin ánimo de ser exhaustivos:
- Cultura corporativa empática, que acepte el error como mal necesario para conseguir algo que valga la pena. Con los éxitos se disfruta, con los errores se aprende.
- Análisis DAFO del personal para distinguir factores que contribuyan a la creatividad y/o barreras que puedan entorpecerla. Personas clave en puestos clave.
- Pirámides de reducida altura. Delegación como estilo de dirección. Y en lo posible organización por proyectos.
- Espacios abiertos, luminosos y cómodos para estimular el trabajo en equipo y los flujos de comunicación, al margen de funciones y responsabilidades.
- Programas de formación y coaching para fomentar liderazgos de mandos intermedios que actúen en cascada. Decía Napoleón, que cada soldado de los suyos estaba preparado para llevar el bastón de general.
- Retos ilusionantes que requieran la aportación de ideas imaginativas y aplicables. Tiempo para pensar y no reuniones improductivas, que generan costes innecesarios e ideas en el cajón.
- Aprendizaje continuo, mirando a lo nuevo, que será digital, o no será.
- Y por último y no lo último, sentido del humor. Las organizaciones neuróticas, de jefes autocráticos y neuróticos, son fuentes inagotables de estrés y de gente quemada, que sólo aporta obediencia y miedo al conjunto.
Estas ideas, más otras ajustadas al propio entorno, hoy, quizás más incierto que nunca constituyen la melodía en la que se habrán de inspirar las empresas con ambiciones de sostenibilidad en el medio y largo plazo, La letra ya es cosa de cada una.
Miguel Bello
Profesor colaborador de ENAE.