Definitivo para impulsar tu carrera. Las empresas necesitan verdaderos líderes, profesionales capaces de dirigir eficazmente negocios hacia el futuro.
A todos nos gustaría tener a nuestro lado a jefes que nos transmitieran sus conocimientos y experiencias para nuestro mejor desarrollo profesional. Que nos ayudaran a pensar y nos estimulasen a actuar, pero, como ocurre en todos los órdenes de la vida, a veces sucede y otras no.
Pensar y actuar es el binomio a través del cual se aporta valor a las organizaciones. Es el que permite adaptarse a la complejidad de los mercados, proponer iniciativas innovadoras y asumir el riesgo de error a lo largo de los procesos, como importante factor de aprendizaje.
Quienes pretenden certezas, (que nunca existen, hablando del mañana) y no actúan por temor a la incertidumbre, se quedan en la idea del negocio de ayer y contribuyen con su inmovilismo a la aceleración de su fecha de caducidad.
Jefes tibios, que, posiblemente, nacieron para vagones y las circunstancias les situaron en posición de máquinas. ¡Mal podrá funcionar el tren!
Los buenos jefes, los que recordamos por habernos, dejado, o siguen dejando, huellas positivas, se caracterizan por adaptarse al terreno cambiante, por estimular y contar con los colaboradores para impulsar los necesarios cambios, informando de motivos, de esperanzas y objetivos. Mantienen frecuentes charlas individuales con el personal para verificar su evolución profesional y sus expectativas.
Y cuando conviene, dan toques de atención sin buenismos ni paternalismos impostados, pero con la seriedad derivada de cada caso. Y siempre terminan con expresiones de motivación.
(Estoy reproduciendo las cualidades de un magnífico director a cuyas órdenes trabajé durante algún tiempo).
Lamentablemente, también recordaremos, aunque de mala gana, o sufriendo, a jefes tóxicos, prepotentes, o cretinos, que amedrentan a la organización con gritos, golpes de mesa y la exhibición constante de sus galones para disimular sus complejos de inferioridad.
Jefes que dan órdenes y contraordenes según su estado de ánimo, o de como soplara el viento. Siempre con la irritabilidad a flor de piel, ante situaciones que les superan y de las que culpan a los demás por lo que ellos no han hecho o no han resuelto.
Su actitud les impide conseguir la entrega y el compromiso de la gente, que jamás se consigue con arengas y desmotivación.
Estoy generalizando, pero en el fondo, pensando en otro jefe con el que también trabajé y aprendí de su “ejemplo” para no imitarlo.
Si diriges a la gente para hacerla crecer. Si valoras a tus colaboradores por sus aportaciones y los aprecias como personas. Si has logrado el éxito empresarial en tu vida y ayudas a los demás a lograr el suyo.
Si promueves en la organización el interés por el aprendizaje. Si la estimulas para presentar iniciativas innovadoras, para contribuir al buen clima laboral y para comprometerse con el negocio, al final conseguirás los resultados que te has propuesto y tu empresa valdrá la pena.
Tú decides
Definitivo para impulsar tu carrera. Las empresas necesitan verdaderos líderes, profesionales capaces de dirigir eficazmente negocios hacia el futuro.
En un mundo empresarial cada vez más dinámico, la gestión efectiva de los recursos humanos se ha vuelto crucial.