Responsabilidad Social

Enviado por ENAE, el 28/08/2017 - 02:43
Responsabilidad Social

El Libro Verde de la Unión Europea define la responsabilidad social corporativa comoun concepto por el cual las empresas deciden contribuir voluntariamente a mejorar la sociedad y a preservar el medio ambiente.

Definición que está en línea con la posición que adoptan propietarios y directivos en toma de conciencia por el impacto de sus acciones en el entorno y, así, expresan su compromiso de contribuir al desarrollo económico, a la mejora de la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, de la comunidad local donde actúan y de la sociedad en su conjunto.

Es de destacar la influencia de Jeffrey Sachs, profesor de economía en Harvard durante más de veinte años y director del Center for International Development, que ha sido asesor económico de los Gobiernos de Bolivia, Polonia y la Unión Soviética, ayudando a enderezar las economías de estos países y a implementar reformas económicas. También ha sido asesor del FMI, el Banco Mundial, la OCDE y presidente de la Comisión de Macroeconomía y Salud de la Organización Mundial de la Salud. Director del Instituto de la Tierra, ocupa la cátedra Quetelet de Desarrollo Sostenible y es profesor de Política de Salud y Gestión en la Columbia University y también es copresidente del Comité Asesor del Global Competitiveness Report.

Su trayectoria y las responsabilidades desempeñadas le otorgan una indudable categoría para impulsar el apoyo al Proyecto Milenio que espera reducir la pobreza extrema, las enfermedades y el hambre en 2015, proyecto que ha descrito en su libro: The End of Poverty. Jeffrey Sachs sintetiza la esencia de responsabilidad social corporativa en que las empresas hagan llegar sus tecnologías a quienes se puedan beneficiar de ellas.

En esta orientación pueden ser los manifestados públicamente por Jeffrey Sachs, expone ejemplos de cómo pueden realizarse acciones orientadas a la responsabilidad social corporativaactuando en favor de determinados proyectos.  

a)    Algunas veces las empresas realizan contribuciones filantrópicas considerables, como es el caso de tantos empresarios que actúan directamente en proyectos que no llegan a los medios o subvencionan actividades de ONGs.

También el de empresas que demuestran la eficacia de sus tecnologías y apoyan con ellas a quienes pueden necesitarlas, como es el caso de Sumitomo Chemical, fabrica mosquiteras duraderas que han sido tratadas con insecticidas. Ha donado cientos de miles de estas mosquiteras a las aldeas del Proyecto Milenio de África, logrando que personas sumidas en la más absoluta pobreza sigan vivas en las zonas asoladas por la malaria.

b)    Un segundo ejemplo es la asociación pública-privada en que una empresa apoya un proyecto. Inditex en acuerdo con la Junta de Galicia ha desarrollado un sistema de prevención de riesgos creando una indumentaria protectora y una tecnología de aviso en los naufragios de pescadores. El coste es compartido y, al tiempo, sufraga el 50% del coste que le suponga a cada embarcación el equipo para toda la tripulación.

En algunos casos, las empresas saben de antemano que no obtendrán beneficios económicos en algunos países porque las personas que necesitan su tecnología son demasiado pobres para pagar por ella y, al mismo tiempo, la naturaleza del problema es tan vasta que las empresas no pueden solucionarlo por sí mismas. Es el caso del sida, donde determinadas empresas farmacéuticas han llegado a un acuerdo para ofrecer sus productos antiretrovirales, a un precio con el que no obtienen beneficios. Así, no los dan de forma gratuita, sino que los venden a un precio que es básicamente el de coste. Los compradores finales no son los individuos infectados ni sus gobiernos, sino más bien el fondo global para la lucha contra el sida u otros patrocinadores.

c)    Un tercer ejemplo es la asociación directa con proyectos, como el que Ericsson tiene con las aldeas del Proyecto Milenio, por la que garantiza la conectividad tanto de la telefonía móvil como de las conexiones a Internet en estas áreas rurales y remotas. A pesar de que lo está haciendo a modo de contribución corporativa, también lo considera como el desarrollo a largo plazo de un mercado muy importante. Por consiguiente, a corto plazo se trata de una donación, y muy generosa, pero también forma parte de una estrategia de desarrollo del mercado a largo plazo, que es razonable como iniciativa comercial.

Así, puede constatarse que, a través de personas como Sachs, o por impulso de diversas entidades, es la sociedad quien está impulsando la tendencia, entendida como conjunto de personas que van tomando conciencia de su responsabilidad individual. Esta actitud personal mueve opiniones y empuja a las entidades a reorientar su enfoque empresarial para adaptarse a su entorno y, especialmente, a las opiniones de sus clientes y, a veces provoca controversia en algunos grupos políticos o sociales, como ha sido la aportación que acaba de realizar Amancio Ortega de equipos para análisis clínicos.

Pero esta orientación no contradice la afirmación de Milton Friedman cuando afirmó que la labor de las empresas consiste en hacer negocio buscando un beneficio económico como medio de supervivencia y progreso individual.

En concreto, Jeffrey Sachs opina que esa opinión es correcta y que no se puede esperar, por ejemplo, que, en áreas como el medio ambiente, en las que las tecnologías pueden ser bastante perjudiciales para la sociedad como consecuencia de la contaminación, las empresas resuelvan los problemas por sí mismas; pero sí que las empresas hagan un bien social, mediante políticas públicas que garanticen que las empresas cuentan con los incentivos adecuados para minimizar lo que contaminan y, así, lograr que no aumenten los costes sociales, reduciendo, por ejemplo, las emisiones de carbono.

Todas las opiniones son válidas y, en general, útiles a la conservación del medio ambiente, de los valores culturales de una sociedad demasiado presionada por los intereses económicos. Así, a la presión de organizaciones sin ánimo de lucro y colectivos sociales se han unido las organizaciones sindicales, planteando negociaciones sobre responsabilidad social empresarial como medio de intentar asumir cierto protagonismo en la defensa de intereses sociales comunes.

La diversidad de enfoques facilita la orientación que cada empresa decida en su decisión de responder ante la sociedad, porque lo que no puede es mantener criterios puramente económicos en su actividad. Cierto es que los resultados económicos mantiene su existencia, como indica Milton Friedman, pero ya no es posible obviar la influencia de sus decisiones sobre el conjunto de la sociedad y, en consecuencia, como señala Jeffrey Sachs, cada empresa debe compensar el daño social que pueden ocasionar en su actividad pero, además, es conveniente que los responsables empresariales se sientan personas en un contexto social y, como tales, participen apoyando mejoras en la cultura, en el medio ambiente, en las relaciones sociales. En esta orientación deben incidir las relaciones públicas del siglo XXI, como relaciones responsables con todo lo que conforma el tejido social de su entorno.